Corría el año 1989, más o menos, puede que pelo antes, puede que pelo después, cuando pisé por primera vez el “Nacional III”. Un maravilloso tugurio madrileño de cuya existencia perdí la pista hace hace.
La primera vez que entré me quedé hechizado, presencié algo que no había visto en mi vida: unos 12 tíos rapados al 1, sin camiseta, con el torso desnudo, bailando como posesos al ritmo de una música salvaje, eléctrica, polirrítmica, oscura, furibunda. Dando golpes, con la palma abierta, a la pared, a las bandejas metálicas donde se apoyaban las copas. En un espacio bastante reducido. La iluminación del local era exigua.
La música estaba altísima y se te incrustaba en el cerebro con una facilidad líquida e hipnótica, provocando rapidísmas conexiones neuronales. Dicha música funcionaba exactamente como una poderosa droga estimulante. El rimto que emanaba de los altavoces de la música era perseverante, insistente, ingeniosamente machacón. Sin darme cuenta estaba moviendo la cabeza al son sistemático de la orgía electrónica. Pies, piernas, brazos, se lanzaban en pos del ritmo... Ya era otro más en la sinergia, sólo ritmo, ritmo y ritmo, cataratas multiplicadas de contundentes sonidos oscuros.
Acababa de asistir a una de las primerias ceremonias tribales que estaban naciendo en Madrid. Para muchos una religión: la música EBM. Electronic Body Music, o, transliterando, algo así como “Música Electrónica del Cuerpo”. Aquí le dimos un nombre muy castizo: Bakalao. Efectivamente, estoy hablando de mi primer inolvidable contacto con el Bakalao.
Pero, ojo, hay que distinguir: El Bakalao engloba muchos estilos, mientras que la música EBM sigue simpre una misma tendencia. Digamos que sólo al principio ambos términos coincidían y significaban lo mismo. El primer Bakalao era puro EBM. Luego, el Bakalao fue incorporando otros sonidos (poco después vendría el Acid House) y se fue institucionalizando e iría alejándose de los parámetros ebemianos.
Poco a poco el Bakalao iba siendo creado por modernísimos y creativos deejays (por ejemplo en España nuestro simpático Chimo Bayo), mientras que la EBM siguió su trayectoria (más o menos fiel a los orígenes) de la mano de los grupos musicales que la habían dado a luz. Grupos, que, ¡oh, después de 20 años! siguen siendo santos de mi devoción: Front 242, Front Line Assembly, Klinik, Kode IV, Haujobb, Insekt, los kraftwerkianos Clockdva, Nitzer Ebb, Scope... y añádase otro centenar de grupos a la lista.
Para los que no conozcan la EBM, diremos que nació en los albores de los años 80, sobre todo en el seno de la minoría alemana de Bélgica, aunque surgieron brotes en todo el mundo. La EBM es algo así como el rock duro de la música tecno (“tecno duro”). Voces oscuras, fuertes y distorsionadas, con algunos gritos densos y subversivos. Predominio de múltiples yuxtaposiciones rítmicas. Puro supra-nihilismo post-punk cibernético. Sámpler a mansalva. Sistematización de los ecos de la música industrial. Sonoridades opresivas y siniestras. Agresión, Explosión y violencia interior en rapidísimas secuencias tímbricas...
Ejemplo... mismamente, el “Headhunter” de Front 242. Aquí tenéis un video de su gira en 1990 -gira en la que servidor estuvo, en Madrid- que he localizado por los youtubes, del usuario “festspielhaus”:
La primera vez que entré me quedé hechizado, presencié algo que no había visto en mi vida: unos 12 tíos rapados al 1, sin camiseta, con el torso desnudo, bailando como posesos al ritmo de una música salvaje, eléctrica, polirrítmica, oscura, furibunda. Dando golpes, con la palma abierta, a la pared, a las bandejas metálicas donde se apoyaban las copas. En un espacio bastante reducido. La iluminación del local era exigua.
La música estaba altísima y se te incrustaba en el cerebro con una facilidad líquida e hipnótica, provocando rapidísmas conexiones neuronales. Dicha música funcionaba exactamente como una poderosa droga estimulante. El rimto que emanaba de los altavoces de la música era perseverante, insistente, ingeniosamente machacón. Sin darme cuenta estaba moviendo la cabeza al son sistemático de la orgía electrónica. Pies, piernas, brazos, se lanzaban en pos del ritmo... Ya era otro más en la sinergia, sólo ritmo, ritmo y ritmo, cataratas multiplicadas de contundentes sonidos oscuros.
Acababa de asistir a una de las primerias ceremonias tribales que estaban naciendo en Madrid. Para muchos una religión: la música EBM. Electronic Body Music, o, transliterando, algo así como “Música Electrónica del Cuerpo”. Aquí le dimos un nombre muy castizo: Bakalao. Efectivamente, estoy hablando de mi primer inolvidable contacto con el Bakalao.
Pero, ojo, hay que distinguir: El Bakalao engloba muchos estilos, mientras que la música EBM sigue simpre una misma tendencia. Digamos que sólo al principio ambos términos coincidían y significaban lo mismo. El primer Bakalao era puro EBM. Luego, el Bakalao fue incorporando otros sonidos (poco después vendría el Acid House) y se fue institucionalizando e iría alejándose de los parámetros ebemianos.
Poco a poco el Bakalao iba siendo creado por modernísimos y creativos deejays (por ejemplo en España nuestro simpático Chimo Bayo), mientras que la EBM siguió su trayectoria (más o menos fiel a los orígenes) de la mano de los grupos musicales que la habían dado a luz. Grupos, que, ¡oh, después de 20 años! siguen siendo santos de mi devoción: Front 242, Front Line Assembly, Klinik, Kode IV, Haujobb, Insekt, los kraftwerkianos Clockdva, Nitzer Ebb, Scope... y añádase otro centenar de grupos a la lista.
Para los que no conozcan la EBM, diremos que nació en los albores de los años 80, sobre todo en el seno de la minoría alemana de Bélgica, aunque surgieron brotes en todo el mundo. La EBM es algo así como el rock duro de la música tecno (“tecno duro”). Voces oscuras, fuertes y distorsionadas, con algunos gritos densos y subversivos. Predominio de múltiples yuxtaposiciones rítmicas. Puro supra-nihilismo post-punk cibernético. Sámpler a mansalva. Sistematización de los ecos de la música industrial. Sonoridades opresivas y siniestras. Agresión, Explosión y violencia interior en rapidísimas secuencias tímbricas...
Ejemplo... mismamente, el “Headhunter” de Front 242. Aquí tenéis un video de su gira en 1990 -gira en la que servidor estuvo, en Madrid- que he localizado por los youtubes, del usuario “festspielhaus”:
autor del artículo: pepeworks
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Estás viendo el blog personal del escritor y diseñador José Martín Molina (Pepeworks). Puedes saber más sobre sus creaciones en sus sitios web:
► web de escritor: www.josemartinmolina.com
► web de diseño: www.pepeworks.com . Se agradece la visita!
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