30 diciembre 2009




Escaleras estampadas con la imagen de Salvador Dalí Aprovecho esta hoja o lienzo en blanco para exclamar: Yo, oh, gran Dalí, me arrodillo ante ti y te brindo un narciso quebrado y azogado y sepultado en una vitrina color crema!

Y exclamo y declamo semejante alabanza o cualquier otra, porque así se dirije uno a Salvador Dalí, oh grande, oh genio, oh no-mortal, oh dios estilizado, oh majestad. Y que revienten los cisnes del arte, los cisnes de la inteligencia, los cisnes del sentido común.

Salvador Daaalí ha sido (y es) (¿será?) el único artista de la historia, o por lo menos no hemos encontrado otro (y de haberlo, no es tan evidente), que para sobrevivir con su arte, jamás, ni una sola vez, plegara sus creaciones a los demás. Al menos durante la mayor parte de su vida. Y no sólo eso, Avida Dollars, según el anagrama André Breton, fagocitó su arte en cuantiosos dinerales. Ya se le veía la claridad de miras a nuestro genio surrea-místico.

Pues sí, casi todo artista ha tenido, más mayoritariamente que minoritariamente, que transigir en sus creaciones, adaptarse al gusto de los otros, a las exigencias de un patrocinador o mecenas o cliente o gusto social imperante. Eso que muchos artistas llaman “prostituirse” en aras del beneficio monetario y la supervivencia, en aras del reconocimiento social, en aras incluso del malditismo o rechazo social (como inversión economico-publicitaria).

Seguramente habrá creadores que nunca se hayan “traicionado”, ¿pero quién los conoce? ¿Dónde están? Qué otro, en la historia, salvo el gran oh Salvador Mesías primogénito del Genio del Renacimiento, nunca se manchó en el lodo voraz de los demás / los otros / los que miran / compran / venden / critican / alaban, y además de crear al margen absoluto se forró de semejante manera dionisiaca? Da(le)lí(quen).

El enigma de Hitler

Aquí los chorras, o los envidiosos, los mordidos por el cocodrilo del hambre de laureles, chillan, responden, infaman, diciendo, cretinizando, que Dalí se adhirió al franquismo, que si fue un hipócrita falsario, un fariseo del arte, bla, bla, bla, y pestes de coles de bruselas semejantes... ¡Pues no! ¿Pero es que nadie se ha enterado de que Dalí fue uno de los primeros artistas absolutamente apolíticos e individualistas de la pequeña historia del mundo? En Dalí cualquier política o ideología, no es más que materia creativa, una excusa, un traje de luces, una pantomima, una idea hinchada como un pavo real para reventarla con las granadas de la Estética. ¡Pero si hubiera hecho exactamente lo mismo en la Rusia de Stalin!

Dalí crea al margen de los hombres, de sus batallas y mezquindades. Crea para sí y en sí. ¡Divino afortunado! Alimenta su interminable y super-productora cosmogonía, para su propia degustación y contemplación. No es más que Zeus, un Dios que cultiva su jardín, tranquilo, ufano, inocente, místico, apolí(p)tico. Entre los dioses griegos, hubiera sido (y lo es) el dios de las ideas y la creatividad y el delirio y también el dios de los átomos. Bajaría del Olimpo subido en un rinoceronte de larguísimas patas y se dejaría besar las manos por Picasso o Vermeer...

Y puede que el gran secreto de Dalí, su éxito al margen de los insípidos mortales, resida en su inocente terrorismo, su divertidísimo y nada dañino cinismo, y su extraña sabiduría en no inmiscuirse (al menos de una manera evidente) en los asuntos de los hombres.

Era tan exagerado e hiperbólico, tan delirante en sus fantasías, tan volublemente incomprensible, que nadie se podía sentir ofendido.

Loco, bufón, genio, dios, demiurgo. Y el artista que vivió la imposible panacea del arte sólo por y para el arte.


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Como remate de lo dicho, aquí tenemos la relación, elefantemente artística, de Dalí con la publicidad. Otra de las creaciones del yo-(a)Dali(d). Su “personaje” vendido como objeto de culto pop.



autor del artículo: pepeworks / josé martín molina


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► web de escritor: www.josemartinmolina.com
► web de diseño: www.pepeworks.com . Se agradece la visita!
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