02 diciembre 2011




Sueño (65) publicado en Un laboratorio indecente el 27/11/2011


(65) Cambio de piso en la corrala y hundimientos en varias zonas de Madrid

cambio de piso y hundimientos y desprendimientos en varias zonas de Madrid
Vivo en la corrala con patio interior cuadrado de la calle de Peña de Francia con Eva en un piso pequeño en el que nos falta espacio, lo que me lleva a trasladarme a otro piso de la misma corrala a vivir con Maribel Jara en plan compañeros de piso. Eva, que obviamente sigue siendo mi pareja, se quedará viviendo sola (con más espacio para ella) en nuestro pisito. Me voy tan contento pensando en la aventura de volver a disponer mis cosas en otro sitio, mejor organizadas y con más espacio. Muy ilusionado con el traslado. Aunque el nuevo piso que compartiré con Maribel está en el mismo patio (misma corrala) que el piso anterior, concretamente enfrente y dos pisos más arriba, para llegar me desplazaré con Maribel a través de la calle de Curtidores. Por el camino Maribel se ha encontrado con dos amigas que se apuntan a venirse con nosotros.

Ya en el piso nuevo, para el que yo he hecho unos planos de la distribución, nos encontramos con la casera (curiosamente, en el sueño, no se trata de la casera que tuve cuando viví en la corrala, sino de la casera actual del piso de la calle Ferrocarril). La casera está en contra de que realicemos la obra que tenía yo proyectada, a saber: yo había dispuesto, para despejar el espacio, que nuestras camas estuviesen suspendidas en plan enormes literas, si no es prácticamente imposible que nos quepa nada, ya que el piso son apenas 3 metros de ancho por 3 metros de largo, con la altura eso sí de 3 metros, con lo que se podría establecer una casi doble altura. La casera me pregunta cómo pienso apoyar las enormes literas. Le explico cómo (el sistema es parecido al que empleé en mi habitación de Alcorcón). La casera para demostrar que esto no es viable ha traído a un perito, que mediante pruebas, nos have ver que al mover la litera para cerrarla, se desgajaría medio techo, desvencijándose una serie de herrajes. El caso es que la prueba la ha hecho dando un tirón fuerte, que si no, con movimientos prudentes no se provoca ningún daño. En fin, que desde luego no vamos a poder realizar la obra que tenía en mente. Así que ya no tiene sentido que me traslade. Decido volverme a mi anterior piso con Eva, ante lo cual Maribel y sus dos amigas se ponen contentísimas, porque ya se habían hecho a la idea de vivir allí las tres juntas.

Regreso con Eva. No deja de ser curioso que para volver, estando ambos pisos en la misma corrala, con lo que sólo tendría que bajar dos pisos, me desplace de nuevo por la calle y entre a la misma corrala por otro portal. Entro pues y según voy subiendo hasta mi destino, el segundo piso, veo que está todo lleno de cuadros abstractos preciosos pintados por mi madre, en caballetes y colgando de las barandillas, tanto en el patio en su planta baja como en todas las galerías que llevan a las distintas puertas de los distintos pisos. Esto me sorprende muchísimo y muy gratamente. Iré subiendo no por las escaleras del inmueble, sino que a modo de equilibrista o alpinista iré encaramándome entre los muros de las barandillas. Aparte de los cuadros de mi madre también hay innumerables fotografías tamaño folio con retratos de niños, muchachos, adultos, personas mayores, colgados y alternándose con las pinturas, lo que me induce a pensar que Carlos de Absolute está realizando un casting. De hecho hasta veo una foto de Carlos y espero encontrármelo en cualquier momento. Pero parece que no está por aquí, qué raro...

Llego al fin junto a Eva. Me sorprende que no esté Germán (como si viviese ahora con Eva) y pregunto por él. Eva, con parsimonia y serena, me dará una noticia terrible. Resulta que ha habido desprendimientos y hundimientos en partes de edificios en todo Madrid. Era algo que se veía venir, dado el pésimo estado de las infraestructuras, ya se habían manifestado indicios, antes o después se presumía que iba a pasar y ha ocurrido. Nuestra misma corrala, incluyendo nuestro piso, se ha desmoronado estrepitosamente en el lateral donde vivíamos, con lo que nos hemos quedado sin medio hogar. Así que debajo de los escombros, sepultado, está Germán, muerto y también le ha pasado lo mismo a... mi madre. Así como han fallecido muchos en Madrid. Me quedo estupefacto: ¿qué mi madre ha muerto? No puede ser, no puede ser. La tragedia va invadiendo mi estado de ánimo sin que termine de dar crédito a la catástrofe, mientras miro las ruinas del edificio. Me siento sobre el tejado derruido, estoy espantado, asolado, desgarrado, mi madre muerta. Lloro, clamo que me he quedado solo, sigo hundiéndome en el dolor, mientras sigo sin dar crédito, no, no, no es posible, no lo es, no es posible, no puede ser...

Y por suerte me despierto bruscamente, sintiendo una infinita tranquilidad al comprobar que sólo se trataba de un sueño, nada más que un sueño. Menos mal...

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