Novela: Penetraciones (35): Olga (IX)
Por ilustrar otro ejemplo nimio de mi querida ex-ballenita: va a trabajar, está contenta, el ambiente se caldea no se sabe por qué, una tía con los nervios como escarpias llama zorra a otra, la otra se gira, la histérica levanta la mano y descarga un bofetón inmenso, que justo por casualidades absolutas, no cae sobre quien tenía que caer, sino sobre Olga que inocentemente se acercaba a la máquina de café.
Eso se lo cuentas a cualquiera y te pregunta que de qué película de cine cómico de los años veinte le estás hablando.
Otro ejemplo escalofriante. Olga va al médico con su madre. La acompaña, porque su madre tiene un catarro aguerrido, no se le pasa ni durmiendo con diez mantas y al lado del horno encendido. Pues el médico, gran conocido de Olga, la dice: hombre, es precisamente a ti a quien quería ver. La lleva aparte y le dice que no está seguro, pero tiene que irla avisando, que por ciertos indicios como que se le duermen los brazos y otros extraños síntomas, él está inclinado a sospechar que Olga padece esclerosis múltiple. Ni más ni menos. Imagínate: acompañas a tu madre por un catarro y el médico te dice que te quedan tres meses de vida con una lenta e insufrible agonía, algo así. Por suerte le hicieron pruebas y no tenía nada. Pero el sustazo y la experiencia se las llevó gratis...
Etcétera, infinito, etcétera, infinito, etcétera de apellidos, Olga. Debe ser que Olga tiene el aspecto más inocente del mundo, con sus bellos ojos sorprendidos y claros, y por lo tanto los presagios más perversos se ciñen sobre ella como sucede en los cuentos infantiles con Blancanieves o Caperucita Roja.
Eso se lo cuentas a cualquiera y te pregunta que de qué película de cine cómico de los años veinte le estás hablando.
Otro ejemplo escalofriante. Olga va al médico con su madre. La acompaña, porque su madre tiene un catarro aguerrido, no se le pasa ni durmiendo con diez mantas y al lado del horno encendido. Pues el médico, gran conocido de Olga, la dice: hombre, es precisamente a ti a quien quería ver. La lleva aparte y le dice que no está seguro, pero tiene que irla avisando, que por ciertos indicios como que se le duermen los brazos y otros extraños síntomas, él está inclinado a sospechar que Olga padece esclerosis múltiple. Ni más ni menos. Imagínate: acompañas a tu madre por un catarro y el médico te dice que te quedan tres meses de vida con una lenta e insufrible agonía, algo así. Por suerte le hicieron pruebas y no tenía nada. Pero el sustazo y la experiencia se las llevó gratis...
Etcétera, infinito, etcétera, infinito, etcétera de apellidos, Olga. Debe ser que Olga tiene el aspecto más inocente del mundo, con sus bellos ojos sorprendidos y claros, y por lo tanto los presagios más perversos se ciñen sobre ella como sucede en los cuentos infantiles con Blancanieves o Caperucita Roja.
extracto perteneciente a la novela “Penetraciones” (© libro registrado en la sociedad general de autores)
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