Sueño (86) publicado en Un laboratorio indecente el 19/01/2012
(86) El entierro de Meki y el enfrentamiento con el terrible nazi
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(86) El entierro de Meki y el enfrentamiento con el terrible nazi
No sé con qué objeto ni para qué pero llego a una ciudad costera de Galicia (que se identifica geográfica y simbólicamente con Finisterre). En seguida, en una calle con coches estacionados, me encuentro con Albero, Gus y David Pastor, apoyados en un automóvil. Me hacen mirar hacia abajo, donde, salvando un malecón, está la playa, y justo al término de esa playa, rozando las aguas, se ve la tumba de Meki, que es muy rudimentaria, con una serie de piedras colocadas alrededor de la tumba y en el medio clavada una cruz hecha con un par de ramas. La tumba ha sido construida ahí por decisión de Albero. Siento el dolor, el desconcierto y la rabia, al comprender que Meki ha muerto. Estamos todos solemnes, heridos, consternados. A nuestro lado aparecen de improviso las hermanas Patricia y Vanesa, mis antiguas compañeras de trabajo de la cripta mágica. Muy alegres y sorprendidas de verme, me saludan. Yo me muestro un poco evasivo, deseando que se vayan, ya que no es momento para chanzas. Al instante se marchan. Volvemos a nuestro mutismo contemplando la tumba de Meki.
Yo pienso que no es buen sitio para una tumba. En primer lugar porque puede subir la marea, con lo que acabaría arrastrando la tumba y los pobres restos de nuestro amigo. En este sentido les participo a mis colegas que quizá sería mejor sepultar a Meki en el mar. Además, está el inconveniente de que cualquiera que pasase por aquí podría encontrarse con la tumba y ponerse a revolver o cualquier otra cosa. Es hablar esto o pensarlo y justo en ese momento surge un niño sobre la desértica playa, y empieza a remover la tierra que tapa a Meki. Aparecemos, dando un salto espacial, al lado del chaval, espantándole como a una mosca, para proteger el espacio sagrado de nuestro amigo. Las tierras están revueltas e intentamos volver a taparlas, con cierta dificultad. Salen a flote parte de los restos de Meki en forma de amasijo de cachivaches, que intentamos tapar una vez más. Definitivamente esta sepultura es muy endeble, muy inestable.
Uno de los nuestros ha salido corriendo tras el chaval intruso hasta darle alcance, con la idea de asegurarnos de su silencio. El mocoso, asustado, ha prometido que no revelaría a nadie la ubicación de la tumba. Le dejamos marchar. Pero es evidente que siendo un niño, su promesa no vale gran cosa.
Sin aparente transición, tras regresar de amonestar al chico, en el lugar donde se encontraba la tumba de Meki, ahora hay una especie de extensa caseta de playa, un espacio cubierto por un montón de paja o madera, delimitada sólo por unos pequeños muretes de madera a modo de valla. Aunque el recinto tiene una estructura y apariencia tan mundana, en realidad se trata del santuario de un terrible nazi muy peligroso con poderes diabólicos que deambula por aquí. Un tipo alto, fuerte, de figura imponente, con un pelo corto y duro de color rubio platino, de fiera e intransigente mirada, una poderosa inteligencia y ataviado con vestimenta de cuero negro tipo "Matrix". En seguida me sorprende y para salvar el pellejo, con todos los medios a mi alcance, rápido y astuto, intento hacerle ver que soy aliado suyo y no enemigo. Le convenzo de que tengo una ascendencia alemana, limpia de judaísmo. Incluso le responderé algunas frases en alemán. Para resultar más veraz, digo un par de cosas racistas que estoy seguro que serán de su total agrado y satisfacción, y así será. Con unas estratagemas y otras, no tardando mucho, logro ganarme su entera confianza, convirtiéndome, según cree él, en uno de sus más fieles y afines adeptos.
Pero mis intenciones son muy distintas: acabar con esta suerte de demonio, aniquilarlo si es posible. (Muchas veces cuando me despierto a medias e intento repasar y recordar el sueño para luego escribirlo, sucede que vuelvo a dormirme y el sueño se repite pero con variaciones y quizá distintos desarrollos. En este caso es lo que ocurre con toda esta aventura con el pavoroso nazi, con lo que lo siguiente no sé si algunas partes pertenecen a la primera o a la segunda versión del sueño). Así, el nazi congregará a un montón de gente en una guisa de ritual, con posibles sacrificios, para captar más seguidores. Todos están sentados en pequeños bancos similares a los de una iglesia. El nazi comenzará un discurso, vagando entre los asistentes. Está abierto a propuestas con aparente tolerancia, pero cuando alguien hace alguna observación que se sale de sus credos, ese alguien desaparece como si se lo hubiese tragado la tierra. Es lo que ha ocurrido con un hombre medianamente calvo que se ha levantado y dicho algo reprobatorio. Y lo mismo con otras dos o tres personas. Con lo que el terror va en aumento entre los presentes. Pero también la rebeldía. En esta reunión, el satánico personaje hará además algunos efectos de magia para sembrar el desconcierto y la veneración, como por ejemplo convertir algunos bancos en balsas de agua con apenas unos enérgicos movimientos de manos.
El dictador tiene un fiel seguidor que desde el principio me cogió ojeriza, no fiándose para nada de mí y estando siempre alerta para desenmascararme. En la segunda versión del sueño, aparte de este esbirro, habrá otra chica morena, atractiva, de apariencia muy draculina y que es sumamente perspicaz, que igualmente buscará la oportunidad de poner en evidencia mi espíritu traidor. Los acontecimientos se precipitarán. Los secuaces del nazi acaban por descrubrirme, cuando de noche ya, me espían mientras hablo con uno de mis ayudantes secretos, probablemente David Pastor, acerca de la manera de matar a semejante monstruo. Delante del nazi me delatarán, pero curiosamente el terrorífico nazi en vez de desconfiar de mí, creerá que son sus dos ayudantes los traidores, que organizan un complot, y los eliminará sin más.
El sueño termina con el enfrentamiento directo que tengo con el nazi, en la playa, en las inmediaciones de su caseta, que colérico busca fulminarme al quedar al descubierto mi traición y mis verdaderas intenciones. Es cuando descubrimos que este satánico personaje no es del todo humano: tiene poderes sobrenaturales, como enviar mortíferos rayos desde sus manos extendidas. No es nada fácil terminar con él, no sabemos qué es lo que le mata. En la primera versión del sueño, mediante no sé qué objeto, consigo que sus furibundos rayos reboten y le alcancen de lleno a él, destruyéndole de inmediato. En la segunda versión del sueño, descubro que échandole agua por encima, el nazi se desintegra, así pues comienza un ir y venir de cubos repletos de agua.
Yo pienso que no es buen sitio para una tumba. En primer lugar porque puede subir la marea, con lo que acabaría arrastrando la tumba y los pobres restos de nuestro amigo. En este sentido les participo a mis colegas que quizá sería mejor sepultar a Meki en el mar. Además, está el inconveniente de que cualquiera que pasase por aquí podría encontrarse con la tumba y ponerse a revolver o cualquier otra cosa. Es hablar esto o pensarlo y justo en ese momento surge un niño sobre la desértica playa, y empieza a remover la tierra que tapa a Meki. Aparecemos, dando un salto espacial, al lado del chaval, espantándole como a una mosca, para proteger el espacio sagrado de nuestro amigo. Las tierras están revueltas e intentamos volver a taparlas, con cierta dificultad. Salen a flote parte de los restos de Meki en forma de amasijo de cachivaches, que intentamos tapar una vez más. Definitivamente esta sepultura es muy endeble, muy inestable.
Uno de los nuestros ha salido corriendo tras el chaval intruso hasta darle alcance, con la idea de asegurarnos de su silencio. El mocoso, asustado, ha prometido que no revelaría a nadie la ubicación de la tumba. Le dejamos marchar. Pero es evidente que siendo un niño, su promesa no vale gran cosa.
Sin aparente transición, tras regresar de amonestar al chico, en el lugar donde se encontraba la tumba de Meki, ahora hay una especie de extensa caseta de playa, un espacio cubierto por un montón de paja o madera, delimitada sólo por unos pequeños muretes de madera a modo de valla. Aunque el recinto tiene una estructura y apariencia tan mundana, en realidad se trata del santuario de un terrible nazi muy peligroso con poderes diabólicos que deambula por aquí. Un tipo alto, fuerte, de figura imponente, con un pelo corto y duro de color rubio platino, de fiera e intransigente mirada, una poderosa inteligencia y ataviado con vestimenta de cuero negro tipo "Matrix". En seguida me sorprende y para salvar el pellejo, con todos los medios a mi alcance, rápido y astuto, intento hacerle ver que soy aliado suyo y no enemigo. Le convenzo de que tengo una ascendencia alemana, limpia de judaísmo. Incluso le responderé algunas frases en alemán. Para resultar más veraz, digo un par de cosas racistas que estoy seguro que serán de su total agrado y satisfacción, y así será. Con unas estratagemas y otras, no tardando mucho, logro ganarme su entera confianza, convirtiéndome, según cree él, en uno de sus más fieles y afines adeptos.
Pero mis intenciones son muy distintas: acabar con esta suerte de demonio, aniquilarlo si es posible. (Muchas veces cuando me despierto a medias e intento repasar y recordar el sueño para luego escribirlo, sucede que vuelvo a dormirme y el sueño se repite pero con variaciones y quizá distintos desarrollos. En este caso es lo que ocurre con toda esta aventura con el pavoroso nazi, con lo que lo siguiente no sé si algunas partes pertenecen a la primera o a la segunda versión del sueño). Así, el nazi congregará a un montón de gente en una guisa de ritual, con posibles sacrificios, para captar más seguidores. Todos están sentados en pequeños bancos similares a los de una iglesia. El nazi comenzará un discurso, vagando entre los asistentes. Está abierto a propuestas con aparente tolerancia, pero cuando alguien hace alguna observación que se sale de sus credos, ese alguien desaparece como si se lo hubiese tragado la tierra. Es lo que ha ocurrido con un hombre medianamente calvo que se ha levantado y dicho algo reprobatorio. Y lo mismo con otras dos o tres personas. Con lo que el terror va en aumento entre los presentes. Pero también la rebeldía. En esta reunión, el satánico personaje hará además algunos efectos de magia para sembrar el desconcierto y la veneración, como por ejemplo convertir algunos bancos en balsas de agua con apenas unos enérgicos movimientos de manos.
El dictador tiene un fiel seguidor que desde el principio me cogió ojeriza, no fiándose para nada de mí y estando siempre alerta para desenmascararme. En la segunda versión del sueño, aparte de este esbirro, habrá otra chica morena, atractiva, de apariencia muy draculina y que es sumamente perspicaz, que igualmente buscará la oportunidad de poner en evidencia mi espíritu traidor. Los acontecimientos se precipitarán. Los secuaces del nazi acaban por descrubrirme, cuando de noche ya, me espían mientras hablo con uno de mis ayudantes secretos, probablemente David Pastor, acerca de la manera de matar a semejante monstruo. Delante del nazi me delatarán, pero curiosamente el terrorífico nazi en vez de desconfiar de mí, creerá que son sus dos ayudantes los traidores, que organizan un complot, y los eliminará sin más.
El sueño termina con el enfrentamiento directo que tengo con el nazi, en la playa, en las inmediaciones de su caseta, que colérico busca fulminarme al quedar al descubierto mi traición y mis verdaderas intenciones. Es cuando descubrimos que este satánico personaje no es del todo humano: tiene poderes sobrenaturales, como enviar mortíferos rayos desde sus manos extendidas. No es nada fácil terminar con él, no sabemos qué es lo que le mata. En la primera versión del sueño, mediante no sé qué objeto, consigo que sus furibundos rayos reboten y le alcancen de lleno a él, destruyéndole de inmediato. En la segunda versión del sueño, descubro que échandole agua por encima, el nazi se desintegra, así pues comienza un ir y venir de cubos repletos de agua.
Narración perteneciente al libro de relatos "Sueños" (Tomo I) del escritor José Martín Molina. Ahora disponible tanto en formato libro como en formato eBook.
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Estás viendo el blog personal del escritor y diseñador José Martín Molina (Pepeworks). Puedes saber más sobre sus creaciones en sus sitios web:
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