Sueño (216) perteneciente a la saga Sueños (Tomo II) de José Martín Molina
(216) Una ninfa moderna
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(216) Una ninfa moderna
Para regresar a casa decido ir andando hasta la siguiente boca de Metro. Aunque al principio me da algo de yuyu, me relajo en seguida. Dejo que mis pasos me lleven sin rumbo determinado, con una especie de capricho instintivo. Y caminaré bastante rato por el Madrid más clásico. Me interno por un laberinto de construcciones antiguas de piedra, que ya conozco de otros sueños, y desciendo por una serie de anchas escalinatas antiguas. El recorrido está prácticamente desierto, siendo una de las zonas más tranquilas de la capital. Me cruzaré con un extraño y desastrado personaje, joven y algo alborotador, que en un principio busca bronca conmigo, mas al instante se calma al entender que nos hallamos en la misma situación, es decir, no podemos seguir avanzando en nuestra bajada, pues ante nosotros se levanta una reja que da a un jardín, cuya salida tiene la cancela cerrada. Podríamos saltar por encima de los primeros barrotes, pero no nos sería posible superar la altura del vallado del parque. ¿Y cómo es que no recordé a tiempo que este camino estaba bloqueado? -me pregunto-.
La solución llegará en forma de figura femenina. La guardiana del jardín (y de esta zona), una suerte de ninfa moderna u otra personalidad mitológica y onírica, o tal vez una famosa persona pública, de aspecto ligero, bello, menudo y angelical, se presentará ante nosotros de modo silencioso y misterioso y nos abrirá las puertas. Poco después estoy paseando con ella por callejones y corredores. Viste una sugestiva minifalda que hipnotiza mi mirada a su trasero, según marchamos y charlamos quedamente. No puedo dejar de sentirme atraído por esta fascinante náyade. Ella parece corresponder a mis deseos, así que con naturalidad aventuro caricias que no son rechazadas. Me apretujo tierna y espontáneamente contra ella, rozando su culito perfecto, paradigmático. Nos prodigamos pequeños besos de pajarito aquí y allá. Siempre con calma, estimulándonos suave, mientras continúa nuestra conversación y nuestra caminata.
Al cabo nos tropezamos con un grupo de unos cuatro andrajosos pendencieros que yacen ociosos por el suelo de la calleja urbana. No tardan en levantarse y segurinos con ánimo provocador e impertinente. A los que, de pronto, se suma otra agrupación similar. Y así da comienzo una pelea a puñetazo limpio entre ambos conjuntos de indeseables, en la que me voy a ver penosamente envuelto si algo no lo remedia. En nuestra ayuda aparece un robusto hombre, bien grandullón, con trazas de mendigo, con visos de pertenecer también al género mitológico, que se lía a repartir unos ejemplares mamporros que dejan a los facinerosos diezmados y huidos en un santiamén.
La solución llegará en forma de figura femenina. La guardiana del jardín (y de esta zona), una suerte de ninfa moderna u otra personalidad mitológica y onírica, o tal vez una famosa persona pública, de aspecto ligero, bello, menudo y angelical, se presentará ante nosotros de modo silencioso y misterioso y nos abrirá las puertas. Poco después estoy paseando con ella por callejones y corredores. Viste una sugestiva minifalda que hipnotiza mi mirada a su trasero, según marchamos y charlamos quedamente. No puedo dejar de sentirme atraído por esta fascinante náyade. Ella parece corresponder a mis deseos, así que con naturalidad aventuro caricias que no son rechazadas. Me apretujo tierna y espontáneamente contra ella, rozando su culito perfecto, paradigmático. Nos prodigamos pequeños besos de pajarito aquí y allá. Siempre con calma, estimulándonos suave, mientras continúa nuestra conversación y nuestra caminata.
Al cabo nos tropezamos con un grupo de unos cuatro andrajosos pendencieros que yacen ociosos por el suelo de la calleja urbana. No tardan en levantarse y segurinos con ánimo provocador e impertinente. A los que, de pronto, se suma otra agrupación similar. Y así da comienzo una pelea a puñetazo limpio entre ambos conjuntos de indeseables, en la que me voy a ver penosamente envuelto si algo no lo remedia. En nuestra ayuda aparece un robusto hombre, bien grandullón, con trazas de mendigo, con visos de pertenecer también al género mitológico, que se lía a repartir unos ejemplares mamporros que dejan a los facinerosos diezmados y huidos en un santiamén.
Narración perteneciente a la saga de relatos "Sueños" (Tomo II) del escritor José Martín Molina. Ahora disponible el primer tomo, tanto en formato libro como en formato eBook.
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Estás viendo el blog personal del escritor y diseñador José Martín Molina (Pepeworks). Puedes saber más sobre sus creaciones en sus sitios web:
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