
No lavarse las manos después de cambiarle el agua al canario es ser puerco con los demás, mas no lavarse las zarpas antes de mear es ser un asqueroso con uno mismo.
Las manos tocan todo tipo de porquerías: monedas y billetes, la barra donde te sujetas en el autobús, el sudor que nos secamos de la frente, la cera de las orejas, apretones de otras manos, palmaditas en el hombro de un casposo, los periódicos gratuitos que pasan por millones de manos, la mesa de una cafetería, sillas de hospitales, kleenex usados, compresas que van a la basura, y las mismas bolsas de basura que bajamos a partir de las 8, teclados de ordenador, una mosca que sacudimos con la mano, botones de ascensores, cigarrillos, el picotazo del mosquito que nos rascamos porque cómo pica el muy hijoputa, el moco que cuelga indolente de la nariz, o nos acabamos de cortar con el cuchillo pelando una cebolla, o la mostaza del whopper, el picaporte de la puerta de un taxi, una carta o factura en el buzón, nos colocamos el calzoncillo que se nos ha metido por la raja del culo, el carro que empujamos del supermercado, el estornudo encima de otro tío en la cola del paro... y después de todo eso, vamos, tan tranquilos, nos desabotonamos o nos bajamos la cremallera y agarramos nuestro aparato genital como si nada. Estupendo. Y luego nos sorprendemos de agarrar infecciones en el pito, pero cómo, si hace la tira que no la meto en adobo...
Parece que en la cultura, van antes las normas sociales que las normas personales. Nuevamente importan los demás antes que uno.
Y luego está ese oculto y complejo instinto psicológico (¿será una inoculación cultural-religiosa?) de considerar nuestro propio falo como una cosa asquerosita y sucia, y rápidamente, qué asco, hay que lavarse y frotarse bien que hemos tocado el chisme, uy qué asco, qué repelús, mi pene de cerdo, la herramienta oscura de mis deseos inconfesables, mi puñal en la cintura, mi muñón infecto. Y nos lavamos frenéticos como si hubiéramos tocado a un leproso. Y no pensamos que ese jabón lo han tocado un millar de manos y qué decir de la toalla para secarse usada hasta la saciedad...
En fin, podría decir, que yo no me lavo las manos ni antes ni después. Pero no lo voy a decir por si alguien no se da cuenta de que es broooomaaaaa. Pero para llegar a un consenso o conclusión, diremos que o te lavas las manos antes y después de echar pis por la uretra, o si no, para qué tocar y gastar el jabón?
autor: pepeworks / josé martín molina
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