Sueño (73) publicado en Un laboratorio indecente el 26/12/2011
(73) Variedades universitarias con Eva, Amador y algunos amigos
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(73) Variedades universitarias con Eva, Amador y algunos amigos
Estoy en un enorme hall de un edificio de la Universidad con un tipo feo, muy moreno, algo basto y sobre todo, muy gracioso. Acabamos de salir de la cocina en donde trabaja, casi adjunta al hall, tras terminar su jornada como pinche de cocina. El tipo cachondo en cuestión no para de hablarme y soltar gracias y chistes, de un humor raro y exagerado, con tintes de vodevil, pero realmente muy divertido y jocoso. Inmediatamente, ya vestido estrafalariamente, se instala al fondo del hall y comienza su hilarante y carnavalesca actuación gesticulante ante un público que irá en aumento.
Me daré un par de vueltas por el edificio universitario y cuando vuelvo al hall, la actuación está en plena ebullición, con muchísimos espectadores. Solo que ahora, aparte del cocinero, hay otro actuando a la vez en el mismo estilo de monólogo hiperbólico y carabaretero. Y en breve terminan la representación, de un éxito apabullante. Aparece a mi lado mi amiga Maika acompañada de otros dos o tres de sus amigos y amigas. Está entusiasmada y corre a saludar al cocinero, que por lo visto es amigo suyo desde hace mucho.
Mientras el hall se va despejando tras el espectáculo, estoy ante una mesa blanca larga y grande donde reposa mi tabaco de liar Golden Virginia. Me fijo en que me queda poco tabaco y puede que no me aguante toda la noche. Por suerte, casi al lado hay otro paquete, prácticamente entero, de otro tabaco de liar, igualmente con envoltorio verde pero de distinta marca. El paquete es de David Pastor. Le busco para preguntarle si, en caso necesario, podría usar su tabaco. Creo recordar que David estaba por aquí con más amigos nuestros, pero ahora no termino de hallarle.
Salgo fuera, a la luz del día, por una puerta lateral y me encuentro en una calle estrecha con doble hilera de coches aparcados y en el medio una vía de única dirección para que circule el tráfico, apenas existente. Sí, por aquí se acaban de ir David Pastor y amigos hace un rato, así que les he perdido la pista, mas supongo que volverán en breve.
Acto seguido estoy en esta calle estrecha con mi hijo Amador, que está muy juguetón y travieso. No sé por dónde anda Eva (¿se fue con David y compañía?). Repentinamente Amador se me escapa y echa a correr de pronto calle arriba, por la acera, gritando y excitado. Pero de pronto gira y corre por la carretera descontrolado, en una larga diagonal, justo cuando se acerca un coche. No puedo detener a mi hijo y ha faltado un pelo para que me lo atropellen. Vaya un susto de muerte. Yo mismo me he puesto casi delante del coche para evitar que le dieran a mi hijo. Sale el conductor, una amable mujer, interesándose por nuestro estado y los posibles desperfectos en su coche. Todo bien, se marcha. Amador se ríe, nervioso, con esas carcajadas culpables medio histéricas de los niños después de haberse pasado de la raya.
Ya con Amador en brazos, le hablo en un tono bastante fuerte y desesperado con el que nunca antes me había dirigido a él, indicándole que no vuelva a hacer una cosa así. Por unos instantes me siento abrumado por la responsabilidad de Amador, es tardísimo, ya entrando la noche y no hay ni rastro de su madre, Eva. La busco por el hall, con Amador en brazos, y nada, desaparecida. Me imagino que se habrá ido a casa. Amador, en mis brazos, apoya su cabecita sobre mi hombro, signo claro de que tiene sueño y se está durmiendo. Cuando ya estoy planteándome que regresemos a casa sin Eva, aparece, al fin.
Estaba claro, que a pesar de las apariencias, con lo madraza que es, era más que improbable que se hubiese ido. Sencillamente me dejó con Amador un rato. Sin embargo la noto rara, como que esconde algo. Por varios indicios sospecho que me ha estado engañando con alguien e intento sonsacarle. Con no mucha claridad, me hace ver que algo hay, que ha estado con alguien, pero sin mayores consecuencias, alguien que sencillamente le agradaba, aunque realmente no ha pasado nada, más flirteo que otra cosa. No termino de creerla. Vamos hablando sobre esto caminando por un paseo, entre árboles, es de día.
Me daré un par de vueltas por el edificio universitario y cuando vuelvo al hall, la actuación está en plena ebullición, con muchísimos espectadores. Solo que ahora, aparte del cocinero, hay otro actuando a la vez en el mismo estilo de monólogo hiperbólico y carabaretero. Y en breve terminan la representación, de un éxito apabullante. Aparece a mi lado mi amiga Maika acompañada de otros dos o tres de sus amigos y amigas. Está entusiasmada y corre a saludar al cocinero, que por lo visto es amigo suyo desde hace mucho.
Mientras el hall se va despejando tras el espectáculo, estoy ante una mesa blanca larga y grande donde reposa mi tabaco de liar Golden Virginia. Me fijo en que me queda poco tabaco y puede que no me aguante toda la noche. Por suerte, casi al lado hay otro paquete, prácticamente entero, de otro tabaco de liar, igualmente con envoltorio verde pero de distinta marca. El paquete es de David Pastor. Le busco para preguntarle si, en caso necesario, podría usar su tabaco. Creo recordar que David estaba por aquí con más amigos nuestros, pero ahora no termino de hallarle.
Salgo fuera, a la luz del día, por una puerta lateral y me encuentro en una calle estrecha con doble hilera de coches aparcados y en el medio una vía de única dirección para que circule el tráfico, apenas existente. Sí, por aquí se acaban de ir David Pastor y amigos hace un rato, así que les he perdido la pista, mas supongo que volverán en breve.
Acto seguido estoy en esta calle estrecha con mi hijo Amador, que está muy juguetón y travieso. No sé por dónde anda Eva (¿se fue con David y compañía?). Repentinamente Amador se me escapa y echa a correr de pronto calle arriba, por la acera, gritando y excitado. Pero de pronto gira y corre por la carretera descontrolado, en una larga diagonal, justo cuando se acerca un coche. No puedo detener a mi hijo y ha faltado un pelo para que me lo atropellen. Vaya un susto de muerte. Yo mismo me he puesto casi delante del coche para evitar que le dieran a mi hijo. Sale el conductor, una amable mujer, interesándose por nuestro estado y los posibles desperfectos en su coche. Todo bien, se marcha. Amador se ríe, nervioso, con esas carcajadas culpables medio histéricas de los niños después de haberse pasado de la raya.
Ya con Amador en brazos, le hablo en un tono bastante fuerte y desesperado con el que nunca antes me había dirigido a él, indicándole que no vuelva a hacer una cosa así. Por unos instantes me siento abrumado por la responsabilidad de Amador, es tardísimo, ya entrando la noche y no hay ni rastro de su madre, Eva. La busco por el hall, con Amador en brazos, y nada, desaparecida. Me imagino que se habrá ido a casa. Amador, en mis brazos, apoya su cabecita sobre mi hombro, signo claro de que tiene sueño y se está durmiendo. Cuando ya estoy planteándome que regresemos a casa sin Eva, aparece, al fin.
Estaba claro, que a pesar de las apariencias, con lo madraza que es, era más que improbable que se hubiese ido. Sencillamente me dejó con Amador un rato. Sin embargo la noto rara, como que esconde algo. Por varios indicios sospecho que me ha estado engañando con alguien e intento sonsacarle. Con no mucha claridad, me hace ver que algo hay, que ha estado con alguien, pero sin mayores consecuencias, alguien que sencillamente le agradaba, aunque realmente no ha pasado nada, más flirteo que otra cosa. No termino de creerla. Vamos hablando sobre esto caminando por un paseo, entre árboles, es de día.
Narración perteneciente al libro de relatos "Sueños" (Tomo I) del escritor José Martín Molina. Ahora disponible tanto en formato libro como en formato eBook.
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