Sueño (150) publicado en Un laboratorio indecente el 23/08/2012
Sueño perteneciente al libro Sueños (Tomo I) de José Martín Molina
(150) El día que murió Marilyn de Terenci Moix
► ver más información sobre el libro Sueños
► adquirir el libro en España y Europa
► adquirir el libro en Argentina
► adquirir el libro en México
► adquirir el libro en Colombia
► comprar eBook en Amazon
Sueño perteneciente al libro Sueños (Tomo I) de José Martín Molina
(150) El día que murió Marilyn de Terenci Moix
Soñaré con situaciones relacionadas con la novela “El día que murió Marilyn” de Terenci Moix. En la mayor parte del sueño seré sólo testigo, salvo en algunos mínimos casos en que me identifico y soy brevemente los personajes principales que entran en escena. Si bien la acción transcurriría según la narración de Moix alrededor de los años 40, en el sueño no tendrá una época determinada, al menos claramente dibujada. Pasan cosas antes que ya no recuerdo, así que comienzo con el momento en que Xim llega, más o menos a la hora de la cena y cuando acaba de anochecer, al gran zaguán comunitario que da a su vivienda, donde a no más de dos alturas se alzan una serie de casas blancas antiguas. Una vecina cotilla e intrigante se asomará al balcón situado a la derecha según se entra para avisarle maliciosamente de que su mujer -la mujer de Xim, o sea la Amèlia de la novela- le está siendo infiel con otro(s) hombre(s).
Xim se queda completamente perplejo, sin dar crédito. Pero termina asumiéndolo rápido. Al fin y al cabo sería lógico y normal que le pagaran con la misma moneda, ya que él lleva años siendo infiel y teniendo interminables aventuras con otras mujeres. Más que irritación lo que siente Xim es curiosidad. Quiere saber con quién le engaña su mujer en estos momentos, así que esperará semi oculto a ver quién sale de la portezuela contigua. Al rato sale un tipo más o menos mayor, muy rubiales y gordo. Para colmo tiene una piernas muy finas que causan asombro por ser capaces de sostener milagrosamente tanta gordura. Es pues el tío bastante repulsivo y esto hace que Xim monte en cólera. Podría entender perfectamente el ser engañado si se tratase de un apuesto joven moreno, vigoroso y atractivo, ¡pero semejante espécimen repulsivo! Y Xim comienza a zarandear y a dar violentos empellones al tipejo, que ni entiende lo que sucede ni sabe cómo reaccionar, en plena calle, bajo la incierta luz de un par de faroles. Yo ahora contemplo la trifulca siendo, por unos instantes, uno de los hijos de Xim, con una edad aproximada a los diez años. Tras algunas fuertes sacudidas Xim dejará que el espantado hombre se vaya.
A continuación Xim no regresará todavía al hogar y se tomará su particular desquite. Tras desaparecer un par de horas en que ha bebido bastante por ahí, se introduce por una pequeña puerta adyacente en una casa de putas. Tendrá una sesión amatoria sobre una cama con una de las rameras que él conoce bien. Luego otra escena lujuriosa, también con la luz encendida, con dos furcias a la vez. Finalmente, al despuntar el día, le presentan una cuantiosa factura por ¡unos 180 servicios realizados en una sola noche! ¡Todo un récord y todo un semental! Las putas le preguntan maravilladas que qué tiene hoy, vaya poderío, qué furia, qué capacidad...
Antes de despertarme -como me ha acontecido en otras ocasiones- soñaré repetidas veces que ya he escrito este sueño tras reconstruirlo mentalmente, para descubrir, al cabo, que no, que estaba durmiendo y que aún no he escrito una sola línea.
Xim se queda completamente perplejo, sin dar crédito. Pero termina asumiéndolo rápido. Al fin y al cabo sería lógico y normal que le pagaran con la misma moneda, ya que él lleva años siendo infiel y teniendo interminables aventuras con otras mujeres. Más que irritación lo que siente Xim es curiosidad. Quiere saber con quién le engaña su mujer en estos momentos, así que esperará semi oculto a ver quién sale de la portezuela contigua. Al rato sale un tipo más o menos mayor, muy rubiales y gordo. Para colmo tiene una piernas muy finas que causan asombro por ser capaces de sostener milagrosamente tanta gordura. Es pues el tío bastante repulsivo y esto hace que Xim monte en cólera. Podría entender perfectamente el ser engañado si se tratase de un apuesto joven moreno, vigoroso y atractivo, ¡pero semejante espécimen repulsivo! Y Xim comienza a zarandear y a dar violentos empellones al tipejo, que ni entiende lo que sucede ni sabe cómo reaccionar, en plena calle, bajo la incierta luz de un par de faroles. Yo ahora contemplo la trifulca siendo, por unos instantes, uno de los hijos de Xim, con una edad aproximada a los diez años. Tras algunas fuertes sacudidas Xim dejará que el espantado hombre se vaya.
A continuación Xim no regresará todavía al hogar y se tomará su particular desquite. Tras desaparecer un par de horas en que ha bebido bastante por ahí, se introduce por una pequeña puerta adyacente en una casa de putas. Tendrá una sesión amatoria sobre una cama con una de las rameras que él conoce bien. Luego otra escena lujuriosa, también con la luz encendida, con dos furcias a la vez. Finalmente, al despuntar el día, le presentan una cuantiosa factura por ¡unos 180 servicios realizados en una sola noche! ¡Todo un récord y todo un semental! Las putas le preguntan maravilladas que qué tiene hoy, vaya poderío, qué furia, qué capacidad...
Antes de despertarme -como me ha acontecido en otras ocasiones- soñaré repetidas veces que ya he escrito este sueño tras reconstruirlo mentalmente, para descubrir, al cabo, que no, que estaba durmiendo y que aún no he escrito una sola línea.
Narración perteneciente al libro de relatos "Sueños" (Tomo I) del escritor José Martín Molina. Ahora disponible tanto en formato libro como en formato eBook.
► ver más información sobre el libro Sueños




